Por el Dr. Héctor Garín. Nuestro secretario General analiza las múltiples causas que deshumanizan la medicina, el rol del Estado y el accionar de los actores involucrados que contribuyen a debilitar el sistema de salud

Estamos pasando una etapa crítica de deshumanización de la medicina que se debe a múltiples razones:
– Por la formación deficiente de algunas entidades formadoras.
– Propias del médico por su situación laboral, condiciones de trabajo, salarios, entre otras causas que provocan un desinterés para seguir ejerciendo la profesión.
– De los pacientes por el maltrato que en ocasiones ejercen contra los profesionales y que resquebrajan aún más la relación médico-paciente.
– Por la banalización que se ha hecho con la profesión y la medicina en general.
– Del sistema de salud que está absolutamente desfinanciado.
– Del uso sectorizado de las tecnologías de punta que no son accesibles a todos los pacientes, y profundizan las desigualdades.
– Económicas, que son fundamentales. El sector se transformó, dejo de ser absolutamente solidario y vocacional para pasar a ser, salvo por los trabajadores, comercial con objetivos muy diferentes, el más importante, ganar dinero.
– De los financiadores de la salud tanto públicos, como de obras sociales o privados que, en muchas oportunidades, no pudieron dar respuestas a sus asociados o representados, insistiendo en métodos de administración que ha llevado al sistema a estar en coma.
– Estado ausente desde hace muchos años hasta la aparición de la pandemia de COVID-19 que lo obligó a tomar muchísimas medidas, colaborando financieramente con el sector privado, que permitieron un abordaje con equidad para toda la población, lo que no pudo ofrecerse en muchos países del mundo pasada esa etapa volvimos a tener solo preocupación por el negocio de la salud.

Abandono y deshumanización
El retiro real del Estado de sus responsabilidades por la salud de la población que se ve en el deterioro de los hospitales públicos; en el lanzamiento de planes y leyes incumplibles e irresponsables, nunca pensando en los que trabajan en el sistema, y pareciera que, sí pensando en los lobbies empresariales preocupados por sus ganancias; la utilización de los residentes como mano de obra barata. Esto último habla de una importante despreocupación, que hace que el trabajo de los jóvenes colegas en formación llega a tener condiciones de esclavitud impidiéndoles cumplir los objetivos para lo que fueron creadas las residencias médicas, capacitar y formar mejores especialistas médicos.
Desde nuestra comprometida organización sindical, vemos con enorme preocupación el camino que va tomando el sector salud. La medicina en su conjunto se aleja de los principios que rigieron para ella desde el comienzo de la humanidad, principalmente “la solidaridad”, “el amor por su semejante”, “la vocación de servicio al prójimo”, todos estos principios se fueron reemplazando por el mercantilismo, por el negocio, por los intereses personales, por los intereses empresariales, de los laboratorios medicinales, en general, por el egoísmo.
Desde los responsables, nuestra organización, no observa vocación de cambio, ni conocimientos, ni capacidad de gestión, ni decisión política para brindar soluciones.
Por otro lado, surgen nuevos modelos que aportan mayor deshumanización de la medicina y alejan al médico del paciente como es la telemedicina. Ya lo dijo el sanitarista más importante que tuvo nuestro país, el Dr. Ramón Carillo: “De nada sirven las conquistas de la técnica médica si éstas no pueden llegar al pueblo por los medios adecuados”.
Debemos pensar que el enfermo es un ser humano, que es también una madre o un padre de familia, un individuo que trabaja y que sufre, y que todas esas circunstancias influyen, a veces, mucho más que una determinada cantidad de glucosa en la sangre y ocuparnos más en la situación social y personal de las personas. Así, con esta convicción, debemos humanizar la medicina, pensando en ese ser humano.

Un sistema que cruje
En cuanto a nuestro sistema de salud venimos diciendo desde hace mucho tiempo, que nuestra preocupación es mayúscula, que lo sentimos crujir, como un barco listo para romperse y hundirse casi tocando fondo. La falta de financiamiento; la disminución irresponsable de los presupuestos de salud por parte de todos los gobiernos, municipales, provinciales y nacional; los salarios que no alcanzan los niveles razonables para una actividad tan sensible; los aumentos desbordados de los insumos y medicamentos, que se llevan gran parte de los escasos presupuestos; los sacrificios realizados por el personal de salud durante la pandemia no reconocidos -salvo en los discursos- por casi nadie; están llevando al abandono de la profesión.
Los cargos vacantes no se reemplazan con nuevos colegas, sino que se recarga el trabajo de quienes siguen en sus puestos. Hay menos médicos, que no haya turnos de atención disponibles; esto nos hace pensar que se está llegando a un límite donde se pueden provocar situaciones dolorosas de fallas y de falta de atención médica, a un mayor deterioro de la vocación y resquebrajamiento del sistema, sin haber logrado que el médico sea reconocido definitivamente como un trabajador y que como tal su trabajo sea en relación de dependencia, considerando que como monotributista, al momento de su jubilación, después de haber dado su vida por la profesión y sus semejantes, pasa a integrar el grupo de los indigentes.
Se suma en este contexto la necesidad de una reivindicación más: nuestro salario no es ganancia. Luchamos por que se reconozca que nuestra tarea esencial no puede ser sometida las reglas impositivas, como un bien más.
Exhortamos a los responsables de la formación médica, a los que llevan adelante las políticas sanitarias, a los políticos responsables de las leyes que afectan al sistema, a los que permanentemente hablan de las soluciones en congresos y jornadas que luego son incapaces de implementar, a buscar y consensuar para encausar en una dirección correcta nuestro sistema de salud que está en terapia intensiva y fundamentalmente que hablen con los que efectivamente trabajan en el sistema.

Un sistema de salud que cruje
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