Los responsables de la actividad tanto del sector público como privado, la Justicia y Policía debemos seguir trabajando para garantizar condiciones de trabajo seguras en la emergentología

Hace un par de meses manifestábamos nuestra preocupación por el panorama con el que se encuentran los médicos jóvenes en el momento que ingresan al mercado laboral: sueldos bajos, condiciones de trabajo precarias -cuando no indignas-, violaciones a los convenios colectivos de trabajo, que afectan las convicciones solidarias que son intrínsecas a quienes siguen la carrera de Medicina y que llegan a afectar hasta la misma vocación médica.

Todo esta situación provoca la deserción de médicos a la práctica de especialidades que cuentan con un mayor riesgo tanto de cometer mala praxis como de sufrir inseguridad física; es el caso de los médicos que trabajan en ambulancias o en el sector emergencias, que por solidaridad hacia sus semejantes no miden peligros y concurren a lugares inhóspitos, denominados zonas rojas, donde ni la Policía ni la Justicia ingresan, salvo con una gran protección policial. Sin embargo, al médico sí se le exige que entre en lugares riesgosos, sin cuidado alguno, o con escasa protección, bajo la amenaza de ser denunciado por “abandono de persona”. Nunca hemos visto ingresar a esos sitios peligrosos a policías o a fiscales de la Justicia en soledad.
Ni los médicos ni los chóferes de ambulancias están preparados para defenderse de agresiones, que lamentablemente ya han recibido en múltiples ocasiones de parte de pacientes o familiares violentos, alcoholizados o drogados.

Esta realidad está agravada por el hecho de que la mayor cantidad de médicos egresados de la Facultad de Medicina son mujeres, quienes seguramente presentan mayor dificultad para defenderse de agresiones; sin embargo se les exige su ingreso a lugares peligrosos sin la protección de las autoridades policiales que minimicen los riesgos.
Esto está pasando tanto en el sector público como en el privado donde las empresas de emergencias no están en condiciones de asegurar ni salvaguardar la salud, ni la vida de los médicos de sus ambulancias.

Los médicos del sector privado nos han hecho llegar numerosas inquietudes provocadas por el miedo a seguir trabajando en esas condiciones de inseguridad. Hemos trasladado esta preocupación a empresarios y cámaras empresariales que se encuentran tan sobrepasados por el tema como los médicos.
No existe ni en el Juramento Hipocrático, ni en ningún Código de Ética la obligación de los médicos de poner en juego su vida en lugares de riesgo (zonas rojas, incendios, tiroteos, derrumbes, batallas campales entre bandas, etc.) donde sí pueden actuar las fuerzas de seguridad como los bomberos y rescatistas, que son quienes deben acercar los pacientes a una zona segura o más alejada del foco de conflicto, para que el profesional de la salud pueda asistirlos.

Tampoco se permite que un móvil de emergencias circule a contramano o viole semáforos en rojo, y ponga así en riesgo la vida del chofer, del médico y de las personas que circulan o viajan en otros vehículos, para intentar salvar a algún paciente. No se contempla la posibilidad de poner en riesgo varias vidas para salvar una.

Debemos seguir trabajando entre todos los responsables de la actividad tanto del sector público como del privado, empresarios, médicos, gremios, legisladores, Justicia y Policía para poder garantizar la actividad médica en la emergentología. Así se logrará disminuir la enorme deserción de médicos en esta especialidad que hartos de vivir en la inseguridad y el miedo buscan otras áreas donde ejercer la profesión. Finalmente, no debemos olvidar que toda esta realidad va en desmedro de las necesidades de los enfermos y la sociedad.

Opinión. MÉDICOS CON MIEDO. Por el Dr. Héctor Garín, secretario General de AMAP
Scroll hacia arriba