Un discurso sindical se enlaza con intentos de flexibilizar el trabajo, mientras que no se valora la fuerza laboral. Por el Dr. Héctor Garín, secretario General de la AMAP
Vemos por estos días que en los medios de comunicación se ha vuelto a señalar casos de presunta corrupción de determinados sindicalistas. Al mismo tiempo, ha trascendido la intención del Gobierno de poner en marcha una reforma laboral, iniciativa que huele parecido a aquella “flexibilización” que se intentó en el año 2000, la profundización de medidas que habían comenzado a aplicarse en los años 90. Hoy desmentido por el gobierno, pero de algún lado salió la idea, pero sigue siendo una esperanza de empresarios de pensamientos feudales.
El discurso antisindical
Ahora, una vez más se quiere instalar en la sociedad la idea de que los sindicalistas “van nada más que por el poder y la plata de las obras sociales”. ¿Por qué será que no se habla del papel de los sindicatos en favor de los trabajadores? Se generaliza y se responsabiliza al sindicalismo por los sindicalistas corruptos.
El relato antisindical se ha renovado al calor de los deseos del Gobierno y los empresarios de aumentar la “competitividad” de la industria y las exportaciones argentinas. En este discurso se incluye, por supuesto, la necesidad de crear más empleos y no se valoriza, el papel protagónico de la fuerza laboral, es decir los trabajadores.
Fuerza laboral no es lo mismo que recurso humano
Está claro que la fuerza laboral es imprescindible, pero en la realidad no les interesa demasiado a los empresarios. Hoy no hablan de “fuerza laboral”, se la denomina como “recursos humanos”, igualándola a otros recursos de sus empresas y hoy ni siquiera eso, ya lo denominan como “capital humano”, como si fuera parte del capital empresario, dinero, fábricas, casas, máquinas, personas, etc. A partir de esta concepción, les cuesta mucho reconocer los derechos de los trabajadores y a los sindicatos, cuya misión es defenderlos de poderosos intereses. Detrás de escena, se presiona a favor de una reforma laboral. También, en esta supuesta reforma, se aduce que hay que modernizar los Convenios Colectivos de Trabajo, para mejorar la competencia de la economía, reformar el sistema de capacitación y reponer las pasantías.
Debemos recordar que el sector de la salud, tiene hasta un sistema de concurrencias no pago en los hospitales y residencias utilizadas como mano de obra barata , cuando no esclava, en sanatorios y hospitales de comunidad privados, aún con Convenios Colectivos de Trabajo firmados, que cumplen con normas de modernidad y que le da muchísima importancia a temas como la capacitación continua de los médicos y condiciones de trabajo, lo que es resistido ¿por quién? Por lo que hoy, piden mayor flexibilización “los empresarios”.
El trabajo de la AMAP
Los médicos, que ejercemos una profesión que hasta hace no muchos años era liberal, estamos sufriendo la “flexibilización laboral” desde siempre. Ya hace demasiado tiempo que la Asociación de Médicos de la Actividad Privada (AMAP) ha denunciado que clínicas, sanatorios, hospitales de comunidad y obras sociales evaden en conjunto cerca de quince mil millones de pesos al año, gracias a las condiciones de extrema precariedad laboral de su plantel de médicos.
Esta evasión responde a que más del 40% de médicos en la Capital Federal y entre el 95 y el 98% de los que residen en las provincias país trabajan como monotributistas, de modo que sus empleadores no pagan los aportes previsionales ni de la seguridad social, ni le dan licencias por enfermedad, ni aguinaldo, ni ART.
A los médicos de empresas de medicina privada se les niegan los derechos básicos que tienen los trabajadores. Una mención especial merece la situación de los médicos residentes, jóvenes profesionales que buscan capacitarse en una especialidad mientras son sometidos a agotadoras jornadas de trabajo. Para que quede claro: los médicos del sector privado carecen de vacaciones pagas, se las arreglan como pueden en caso de enfermedad y sus aportes previsionales por el monotributo son tan magros que les auguran una pobre jubilación, entre otros males.
La AMAP trabaja en la registración de los médicos en todo el país y ha logrado importantes avances en la ciudad de Buenos Aires en los últimos años, al reducir notablemente la tasa de contrataciones en negro.
¿Cuanta más “flexibilidad” se pretende para los médicos del sector privado? ¿Hace falta recordar que la esclavitud fue abolida por la Asamblea Constituyente y Soberana de 1813? Mientras tanto, siguen los planteos según los cuales hay sindicalistas corruptos o que están hace años en la organización y en las obras sociales, como una forma subrepticia de denostar a los sindicatos. Se apunta a quitar derechos que los sindicatos lograron en luchas de años, incluso a costa de la vida de su gente.
El modelo sindical argentino es un ejemplo para otros países latinoamericanos. La reforma laboral aplicada en Brasil, que acarreó un brutal recorte de los derechos de los trabajadores, nunca podría aprobarse en Argentina. Si no se oponen los dirigentes sindicales serán las bases las que lo hagan.
Creo que el mayor esfuerzo del gobierno debiera ser lograr la registración de ese 95 % de médicos con trabajo indigno.