Por el Dr. Héctor Garin. Los médicos que egresan de Medicina se enfrentan a la hostil realidad del mercado laboral de una forma que podríamos definir como violenta, traumática o sorpresiva
Los jóvenes colegas pasan de ser aventajados estudiantes de sexto año de la carrera a ser desorientados médicos recién graduados. Solo la mitad de quienes se reciben logran insertarse en un sistema de Residencia que les permitirá continuar con la capacitación durante cuatro o cinco años más, el resto comenzará a su vida como trabajador en un contexto en el cual serán un número más a pesar de ser el sostén del sistema: no hay medicina sin médico.
Durante los años de estudio muchos de los alumnos sueñan con el día en que se les entregará el diploma y creen que las puertas se les abrirán para ejercer la profesión en condiciones que finalmente distan mucho de la actual situación del ejercicio médico. Deben afrontar una coyuntura que no tenían prevista. Luego de más de veinte años de estudio -si consideramos la etapa de las escuelas primaria y secundaria, y la formación universitaria- ven derrumbarse sus proyectos laborales. Invirtieron ilusiones, esfuerzos, ganas, muchos de ellos soñaron desde chicos con ser médicos, otros han seguido tradiciones familiares, y cuando se aproxima el momento de graduarse deben asimilar una realidad que incluye luchas por un sueldo acorde a la responsabilidad que asumen y condiciones dignas de trabajo. Es como si se les diera un fuerte golpe en medio del rostro que les hace perder el rumbo. La alfombra roja con la que esperaban ser agasajados el día que salieran de la universidad, se transforma en un camino lleno de obstáculos, de trabas. Conocen el mundo de un mercado laboral con empleadores que los menosprecian, que los maltratan, que les pagan mal y no les garantizan ámbitos de desempeño adecuados. Además, para sobrevivir tienen que destinar tanta cantidad de horas al ejercicio de la medicina que pierden su vida trabajando. La frustración es tan grande que muchos abandonan la profesión precozmente.
¿Existe alguna forma de morigerar este impacto? Si bien son las autoridades educativas nacionales y las universidades las responsables de delinear las políticas, desde la AMAP hemos puesto en marcha una iniciativa que presentaremos a la Universidad Nacional de Buenos Aires. Estamos diseñando una materia que sería extracurricular y que incluiría charlas, seminarios, conferencias que daríamos los dirigentes de la AMAP a los alumnos del sexto año de la facultad con el fin de que conozcan el mercado laboral, la importancia del trabajo registrado, las diferentes formas de honorarios médicos, la totalidad de sus derechos y obligaciones como trabajadores.
La universidad pública ha sufrido en las últimas décadas una crisis que se vio reflejada en ciertos aspectos de la calidad de la enseñanza. Sin embargo, sigue siendo el mejor ámbito de formación, y el que como sociedad debemos defender y sostener. La educación pública es el espacio donde todos tienen las mismas posibilidades. Nuestro país es uno de los pocos en el mundo que ostenta un sistema universitario gratuito, y lo debemos enarbolar como uno de nuestros orgullos. En el caso de la medicina donde se da una distribución asimétrica de cargos a nivel nacional, deberían existir instancias mediante las cuáles los profesionales egresados de las aulas públicas dedicasen un tiempo para cubrir las necesidades de los lugares en donde faltan colegas como una forma de devolver al país lo que ha invertido en su formación. Sin duda en el ordenamiento de la distribución de médicos deberían intervenir las autoridades sanitarias.
Hoy ningún gobernante ni empresario puede argumentar que sobran profesionales, la discusión sobre la plétora médica no tiene vigencia. Deberían recorrer el país para darse cuenta de que hacen faltan médicos y sobre todo en algunas especialidades críticas, como la Neonatología, la Emergencia, la Terapia Intensiva, entre otras. Desde la AMAP ya lo hemos advertido en reiteradas oportunidades, los colegas jóvenes no eligen estas especialidades, los riesgos y la carga laboral es muy determinante y entonces resuelven migrar hacia disciplinas menos peligrosas. También hemos denunciado que si no se regula el sistema de salud, si no se respetan los convenios colectivos de trabajo, si no se invierte en educación, la crisis se profundizará y con ella la realidad de la profesión y la salud de todos los argentinos.