La salud no se mide en cifras: basta de intentar pagarle al médico por productividad

#opiniónAMAP

No podemos seguir permitiendo que se les pague a los profesionales de la salud según la cantidad de pacientes que atienden o los procedimientos que hacen. Ese modelo no solo no es eficiente: es peligroso.

Hay decisiones en política sanitaria que, bajo la apariencia de eficiencia, terminan atentando directamente contra la calidad del cuidado y la seguridad del paciente. Una de ellas es el modelo de “pago por productividad” al personal médico. Un sistema que premia la cantidad de actos realizados (consultas, estudios, procedimientos) por encima de la calidad de la atención ofrecida.

Esta lógica pone en riesgo el sentido mismo de la medicina. Cuando el médico es presionado a ver más pacientes por hora, a reducir el tiempo de consulta, a cumplir con cuotas o indicadores, se vulnera el vínculo más esencial del sistema de salud: la relación entre el profesional y la persona que necesita ser escuchada, examinada y cuidada con rigor profesional y humanidad.

El modelo de productividad genera incentivos erróneos. En lugar de priorizar diagnósticos más precisos, tratamientos adecuados y un seguimiento personalizado, se favorece una medicina rápida, fragmentada, muchas veces protocolizada hasta el absurdo. El resultado es conocido: más errores, más estudios y más tratamientos innecesarios y/o intervenciones evitables… y menos confianza. Y peor salud.

El paciente deja de ser una persona con una historia clínica y una realidad compleja, para convertirse en una lista que hay que despachar. Y el médico, lejos de ejercer su rol con el juicio clínico y el tiempo que requiere, es empujado a trabajar como un engranaje más en una cadena de “producción sanitaria”. Todo esto a un mayor costo en salud.

Es urgente revisar esta política. La eficiencia no puede medirse únicamente por números. La verdadera eficiencia es aquella que resuelve los problemas de salud sin saturar el sistema, que cuida sin protocolizar y medicalizar en exceso, que acompaña sin apresurar. Para eso se necesita tiempo, formación continua, una remuneración justa y, sobre todo, condiciones de trabajo dignas que prioricen el buen hacer por encima del hacer mucho.

El pago por productividad en salud no solo es injusto para los médicos: es peligroso para los pacientes. Y eso, en una sociedad que dice cuidar la vida, debería ser motivo suficiente para ponerle un freno.

La salud no es una fábrica ni se fabrica. Se cuida. ¡Y se respeta!

 

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